Hoy se celebra el día mundial de la tierra. Pero hace ya varios años se están tomando en cuenta las repercusiones que el cambio global puede traer, y qué mejor instrumento que el cine para hacernos tomar conciencia - a través de producciones impactantes como El día después de mañana o Una verdad incómoda - que somos nosotros los principales CULPABLES de que el lugar en el que vivimos se encuentre enfermo.
Hace mucho me preocupo por no tirar la basura en cualquier lado, tratar de buscar siempre un basurero dentro de la ciudad para depositar los desperdicios. Sin embargo hay otras costumbres que aún no puedo dejar de hacer como por ejemplo: usar desodorantes en spray, desperdiciar el agua al bañarme o seguir usando bolsas plásticas.
Sé que es dificil dejar costumbres tan arraigadas con las que uno ha convivido siempre por otras que - incluso en algunos casos - nos cuestan trabajo y tiempo realizar. Sin embargo hoy es un buen día para comenzar a pensar ya no en nosotros sino en los que vienen detrás. Porque quiero, particularmente, que mis sobrinas - y quien sabe más tarde mis hijos - disfruten de las maravillas que yo he conocido; que puedan ver animales en su ambiente natural y no sólo en los libros, que puedan conocer el Huascarán con esa copa de nieve que aún no ha perdido; que lleguen a disfrutar de los bosques como el Manu antes que la tala indiscriminada acabe con sus árboles; que respiren profundamente y no se contaminen los pulmones.
Así como yo empezaré a esforzarme para dejarles a ellas un "mundo feliz", empiecen también a preguntarse qué planeta quieren dejar para los que vienen detrás: uno de color azul, o uno de color gris, casi negro.
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